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‘Que se ponga Trump a trabajar así como uno’: inmigrante sobre las deportaciones masivas

En la noche de las elecciones, Blanca Pérez estuvo con los dedos cruzados. “Que gane la Hillary, que gane la Hillary”, decía la inmigrante mexicana. La mañana después, como de costumbre salió a trabajar vendiendo paletas, cuando de repente recibió una llamada en su celular.

“Ganó Trump”, le dijo su esposo y, lo primero en lo que pensó fue en las declaraciones del candidato republicano. “No se puede hacer nada, porque ya votaron muchos por él, nomás hay que esperar que no vaya a cumplir su palabra y nos vaya a sacar a todos”, agregó.

Cada día, desde el 2005, esta mujer sale a las calles del Valle de San Fernando ofreciendo paletas, sodas y golosinas. En el 2011, sin embargo, fue detenida por vender cerca de un centro educativo junto a cuatro personas más. Sus compañeros salieron libres y a ella la pasaron a Migración.

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En el agónico proceso que se le siguió le colocaron un grillete en uno de sus pies; después de 12 meses de presentarse a la corte, finalmente se libró de la deportación. A principios del 2013 se le otorgó su libertad y, además, recibió un permiso para trabajar con normalidad.

“No sabía que hacer, el corazón se me quería salir y no me aguanté, me puse a llorar”, dijo a HOY en aquella ocasión, expresando su alegría por haber recibido el beneficio migratorio en la audiencia que tuvo el 31 de enero de ese año.

Pérez, de 37 años de edad, tiene dos hijos en el estado de Oaxaca, uno de trece y otro de ocho años. Aquí le nacieron dos más, que ahora tienen seis años y seis meses. Es por ellos que se preocupa de las posturas del nuevo presidente electo, indicó mientras recorría sonando la campana de su carrito.

“Si cumple su palabra nos amolamos”, comentó con cierta incredulidad, porque todavía le parece extraño que haya sido electo como sucesor de Barack Obama, pero en la calle al ofrecer sus productos, otras personas se encargaban de recordarle que es un hecho verídico.

“No más paletas, este Trump va a sacar a todos para afuera”, le aseguró un seguidor republicano mientras recorría las calles como de rutina. “Estaría cotorreando, no sé, pero me lo dijo. Luego quería que le vendiera algo y no le vendí, me fui”.

Según el Instituto Cato, con sede en Washington D.C., si se eliminaran a los trabajadores indocumentados, que en la actualidad son alrededor de 11 millones de personas, la economía de Estados Unidos perdería 250 mil millones de dólares cada año.

A juicio de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en un plazo de 10 años el producto interno bruto de la Unión Americana perdería 2.6 trillones de dólares.

Blanca, por su parte, se siente enojada. Al tiempo que conversa sigue empujando su carrito y atiende a sus clientes. Ella afirma que vino a este país a trabajar, en septiembre pasado murió su mamá de la diabetes, pero debido a su estatus migratorio no pudo salir mientras estaba enferma.

“Quería ir ¿pero cómo regreso?”, reflexionó, por eso tenía esperanza en la administración Obama, pero las acciones ejecutivas y la reforma migratoria quedaron en promesas. “No hizo nada, todos hablan, cuando están en el puesto se les olvida, al contrario hizo muchas deportaciones”.

¿Qué pasaría con los trabajos si hay deportaciones en el gobierno de Trump? Se le preguntó.

“¿Qué pasaría? Que se ponga Trump a trabajar así como uno anda trabajando”, respondió de forma tajante. “Cuando quiera una fruta que vaya hasta los ‘files’ a cortarlas para que los lleve a su mesa, si se le ensucia el piso que agarre el ‘mapiador’ o que ponga a su mujer a ‘mapiar’”, concluyó.

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